Emiko Kenderes siempre se ha considerado una constructora de puentes, alguien que escucha las historias de los demás, trabaja para comprender sus experiencias y da cabida a sus voces. Incluso mucho antes de empezar a trabajar como clínica de salud mental en el Centro LGBT de Los Ángeles. “Sentí que me atraía ser terapeuta”, dice.
Procedente de un entorno religioso conservador, Kenderes se dedicó primero al asesoramiento y la terapia con la intención de ayudar a otros a recorrer su propio camino hacia la curación. Tras dejar un matrimonio de 13 años con un pastor cristiano evangélico, Kenderes salió del armario y optó por especializarse en resolución de conflictos.
“Quería tender un puente entre las conversaciones entre el mundo cristiano conservador y la comunidad LGBTQ”, afirma. “Quería trabajar y servir a mi comunidad porque sé que están sufriendo. Como alguien que entiende que viene de ese mundo, quiero usar mi experiencia para ayudar y apoyar a los demás.”
Su camino acabó llevándola al Centro LGBT de Los Ángeles, donde empezó como becaria hace más de siete años. “Busqué ‘terapia de salud mental LGBT’ y -por supuesto, al ser la mayor organización LGBT del mundo- el Centro fue lo primero que apareció”.
En la actualidad, además de su trabajo como clínica de salud mental, Kenderes también forma parte del comité de Diversidad, Equidad e Inclusión del Centro, asesorando a la alta dirección y trabajando para garantizar que los más de 800 empleados del Centro se sientan representados y escuchados.
“Realmente queríamos crear esta sensación de que estamos aquí para escuchar, y os oímos alto y claro”, dijo. “Vamos a seguir presionando a los poderes fácticos para que escuchen y pongan sobre la mesa el reto de la transparencia y las conversaciones importantes”.
Queríamos crear la sensación de que estamos aquí para escucharles, y les oímos alto y claro.
Emiko Kenderes
En el Mes de la Herencia Asiática, Nativa de Hawai y de las Islas del Pacífico (AANHPI), uno de los principales objetivos de Kenderes es honrar a toda la comunidad.
Kenderes, cuyo padre nació en un campo de internamiento japonés en Gila (Arizona), señala que la etiqueta AANHPI engloba a más de 50 países e identidades, pero muchos a menudo son pasados por alto y olvidados incluso en un mes dedicado a celebrar su herencia.
“Creo que el típico estereotipo de la minoría modelo crea mucha invisibilidad en general en toda la comunidad asiática”, afirma Kenderes. “Cuando pensamos en la AAPI, parece que nos referimos a Japón, China, quizá India, y hasta ahí llega la gente.
“Para mí era importante que, al honrar el Mes de la Herencia AANHPI, reconociéramos toda la diversidad de la comunidad”.