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Joe Hollendoner, Director General del Centro: “Nuestro trabajo nunca termina”

Comencé mi mandato como Directora General del Centro LGBT de Los Ángeles en julio, justo cuando nuestra comunidad empezaba a enfrentarse a otra crisis de salud pública: la viruela del mono humana.

El primer caso de viruela del mono se diagnosticó en Estados Unidos en mayo, y en pocas semanas se detectaron casos en las principales ciudades del país, incluida Los Ángeles. En julio, estaba claro que, al igual que ocurrió con el VIH/sida, los hombres homosexuales y bisexuales se estaban viendo afectados de forma desproporcionada, y que nuestra comunidad tendría que unirse una vez más para protegerse.

El gobierno federal no tomó ninguna medida inmediata para detener la viruela del mono humana, a pesar de haber podido predecir que era probable que se produjera un brote en Estados Unidos. Peor aún, existían vacunas y tratamientos eficaces, pero no estaban disponibles. Los proveedores de atención médica se negaron a atender a sus pacientes, algunos alegando falta de familiaridad con el virus y otros discriminando abiertamente a las personas LGBTQ+. Los medios de comunicación no sólo estigmatizaron, sino que deshumanizaron a los hombres homosexuales al difundir información errónea sobre quiénes corrían riesgo de infección. Los cargos electos conservadores siguieron atacando a nuestra comunidad calificando a los homosexuales de “impuros”, “enfermos” o, de alguna manera, “merecedores” de este virus.

El Centro LGBT de Los Ángeles respondió al vacío de liderazgo creado por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades y otras agencias federales, tomando medidas inmediatas y haciendo lo que mejor sabemos hacer: cuidar y defender a nuestra comunidad.

Nuestros profesionales sanitarios diagnosticaron y trataron casos humanos de viruela del mono y administraron vacunas en nuestros centros de Los Ángeles. Nuestro equipo político exigió que los responsables políticos y legislativos estatales y federales proporcionaran recursos para detener el brote. Y hemos puesto en marcha programas de divulgación comunitaria y sitios web para ofrecer una educación médicamente precisa y positiva desde el punto de vista sexual sobre la prevención de la viruela símica humana.

No se equivoque:

la disminución actual de casos de viruela del mono en el condado de Los Ángeles es un resultado directo de los esfuerzos del Centro. Si el Centro no hubiera intervenido y dado un paso adelante, no me cabe duda de que los casos seguirían hoy en la pendiente.

Con demasiada frecuencia, en la sanidad pública utilizamos los datos para medir nuestro éxito. La interpretación de los datos es fundamental para elaborar una respuesta acertada, pero sólo cuenta una parte de la historia. Nunca debemos olvidar a los individuos representados en las cifras. Puedo asegurarles que, mientras nuestros investigadores vigilaban atentamente las tendencias que observábamos en nuestras clínicas, nuestros proveedores nunca perdieron de vista el impacto humano de esta crisis.

Cada vez que visitaba una de las clínicas de vacunación humana contra la viruela del mono del Centro para dar las gracias a nuestro esforzado personal, un paciente me paraba y me contaba su historia. Aunque los detalles de cada historia eran diferentes, lo que no variaba era el hecho de que llegaban al Centro con miedo o confusión, pero salían de nuestras puertas sintiéndose capacitados e informados. Nunca olvidaré el alivio que vi en los ojos de estos pacientes y la profunda gratitud que podía oír en sus voces.

Nuestra labor de educación, vacunación y defensa en respuesta a la viruela del mono humana ha sido inestimable. Por desgracia, no hemos recibido ni un solo dólar de los gobiernos federal, estatal o del condado para financiar estos esfuerzos. Soy optimista en cuanto a que esto cambiará pronto, pero si el Centro no hubiera utilizado los fondos aportados por nuestros donantes particulares para apoyar nuestras acciones, me temo que seguiríamos enfrentándonos a otra epidemia que afecta desproporcionadamente a nuestra comunidad. Si está leyendo esto, es muy probable que haya sido su donación la que permitió al Centro actuar cuando nuestra comunidad más nos necesitaba.

Me sigue inspirando la forma en que las personas queer y trans se apoyan mutuamente. Incluso me estoy dando cuenta de que la comunidad LGBTQ+ de Los Ángeles se manifiesta como nadie en el movimiento.

Haber dirigido el Centro a través de esta crisis concreta me ha recordado dos cosas.
  • La primera es que, a pesar de décadas de progreso, nuestra comunidad sigue necesitando unirse para luchar y abogar por nosotros mismos. Ya se trate de emergencias de salud pública o de atrocidades del Tribunal Supremo, debemos recordar que nuestra resiliencia colectiva nos hace imparables.
  • La segunda es que no hay organización mejor preparada que el Centro LGBT de Los Ángeles para movilizar a nuestra comunidad en las numerosas luchas que tenemos por delante. Contamos con más de cinco décadas de experiencia en la defensa y promoción de los derechos de las personas LGBTQ+, y esa experiencia se aprovechará al máximo en respuesta a lo que se vislumbre en el horizonte.

Ampliar la lucha de nuestra comunidad por la igualdad -incluso mantener los logros conseguidos con tanto esfuerzo- es una gran tarea, lo sé. Pero puedo prometerte esto: Nunca tendrás que hacerlo solo. Ante cualquier amenaza política o de salud pública para nuestra comunidad, puede confiar en que su Centro estará ahí, defendiéndole a usted y a su derecho a existir como miembro sano, igual y completo de la sociedad.

About the Los Angeles LGBT Center
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